La
disciplina de la imaginación
ANTONIO
MUÑOZ MOLINA
1.
EN
ESPAÑA, existe una absurda y rígida distancia entre lo que se llama educación y lo que se llama cultura. Los escritores muertos o momificados por la gloria
pertenecerían al reino de
la educación, y los vivos al de la cultura. Según el Ministerio de
Educación y Cultura: la Cultura es el campo del
prestigio, mientras que la Educación apenas ocupa páginas de verdadera
relevancia en los periódicos. Por ejemplo Cuando un asunto relacionado
con la enseñanza provoca titulares es infaliblemente porque está siendo usado
como pretexto para alguna reyerta
partidista.
2.
La cultura es un escaparate y una coartada, en ocasiones de lujo,
sobre todo para los gerifaltes de las satrapías autonómicas y municipales que
gastan sin el menor escrúpulo de responsabilidad presupuestaria. Un ejemplo claro, está en Los
planes de estudio y sus reformas educativas, que marginan cada vez más a
los saberes humanísticos y a todos los saberes por igual.
3.
Una
muestra clara de esto, está en los eventos culturales mal aprovechados, donde
acuden cientos de miles de alumnos de
enseñanza primaria y de institutos de bachillerato, y que en apariencia
deberían ser una oportunidad de encuentro entre la educación y la cultura, pero
no sirven de nada porque estos alumnos no han sido adiestrados para la
contemplación de tantas obras maestras, basta con haber estado en una
exposición, y con haber participado siquiera como figurantes en el espectáculo
de la cultura.
4.
Es
inútil llevar a alumnos de ESO o bachillerato sitios, como conciertos de música
clásica, porque no
entienden de música, porque ni les interesa ni tienen curiosidad. Actualmente
la gente no tiene oído, la
televisión y los deportes los han embrutecido,
5.
Hay
tal contradicción, que al mismo tiempo que se celebran conciertos de las
mejores orquestas del mundo, muchos de sus conservatorios de música se
encuentran en condiciones nigerianas, y donde las administraciones públicas se
gastan en canales de televisión consagrados a emitir basura comercial e
ideológica el dinero que luego escatiman en bibliotecas o en plazas de
profesores.
6.
Es
así como a la literatura la entienden como un adorno, o un fetiche de prestigio para pavonearse ante
los ojos embobados de la tribu y apartada de la vida que sólo puede interesar a
los eruditos universitarios, superflua y en ocasiones sigue siendo, una manera rápida y barata
de lograr que los adolescentes se mantuvieran obstinadamente alejados de los
libros.
7.
La
literatura es considerada por los jóvenes como algo inútil para aprender, Desde que nacemos nuestros
aprendizajes están ligados a nuestro instinto de supervivencia y a nuestra
necesidad de comprender el mundo y hacernos una idea razonable de nuestra
posición en él. Por eso sólo amaremos los libros si nos damos cuenta de que nos son útiles y de
que pertenecen al reino de nuestra propia vida. La literatura es un
atributo de la vida y un instrumento de la inteligencia, de la razón y de la
felicidad.
8.
La literatura, su médula, es una
consecuencia del instinto de la imaginación, que opera con plenitud en la
infancia y que poco a poco suele ir atrofiándose, como todo órgano que se deja
de usar.
9.
La literatura, es un
tesoro infinito de sensaciones, de experiencias y de vidas que están a nuestra
disposición igual que lo estaban a la de Adán y Eva las frutas de los árboles
del Paraíso. Gracias a
los libros nuestro espíritu puede romper los límites del espacio y del tiempo. La literatura nos enseña a mirar
dentro de nosotros y mucho más lejos del alcance de nuestra mirada y de nuestra
experiencia. Es una ventana y también es un espejo. Quiero decir: es necesaria.
Algunos la consideran un lujo. En todo caso, es un lujo de primera necesidad. Y
aprender a leer los libros y a gozarlos también es una tarea que requiere un
esfuerzo largo y gradual, lleno de entrega y de paciencia, y también de
humildad.
10.
la
literatura es un aula donde un profesor sin más ayuda que su entusiasmo y su
coraje le transmite a uno solo de sus alumnos el amor por los libros, el gusto
por la razón en vez de por la brutalidad, la conciencia de que el mundo es más
grande y más valioso de todo lo que puede sugerirle la imaginación.